Disertación sobre los antagónicos II
Erotismo y muerte en el romance de la luna de Federico García Lorca.
Para Diana Sánchez García
Aurora
de sus ojos soberanos
Virgen
tan bella, que hacer podría
Tórrida
la Noruega con dos soles,
Y
blanca la Etïopia con dos manos.
Luis
de Góngora.
Cargada de sutil e ingenuo erotismo, la imagen poética que Federico García Lorca utiliza en las dos primeras estrofas del Romance de la luna, pone un delicado velo de plata a la tragedia que narra: La muerte de un niño erotizado por la luna. Ella danza con la música del viento y muestra al niño sus senos, que Lorca califica de duro estaño. Luna lúbrica -adjetiva- que provoca y despierta la libido de quien la mira pero, a la vez, una luna pura –vuelve a adjetivar planteando una antítesis- como el que la está mirando. El erotismo preludia a la muerte. Sutileza lorquiana que en ocho versos nos remite inmediatamente a nuestros primeros encuentros con el erotismo:
La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
Mueve la luna sus brazos
Enseña, lúbrica y pura,
Sus senos
de duro estaño.
Hablar de erotismo es hablar de
instintos, de sensualidad; en otras palabras: es hablar de nuestra permanencia
en la tierra, puesto que lo erótico despierta lo sexual, incita el deseo y, de
alguna manera, da significado a la vida y la provee de fuerza. Pienso: no hay
día en que estemos sin experiencias eróticas; vienen de diversas maneras, a
veces imperceptibles, a veces sutiles y hasta frágiles que pueden pasar
desapercibidas, como la que narra Lorca. Hacía falta su maestría, digno
discípulo del cisne andaluz, para capturar en versos tan frágil experiencia
erótica.
La trama en el romance sigue, ahora
entran en diálogo el niño y la luna; él le pide que huya, puesto que teme la
llegada de gitanos a la fragua y, de encontrarla con él, le den muerte.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
Harían con tu corazón
Collares y anillos blancos
Ella responde, segura de sí,
sabedora de la tragedia que se avecina:
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
Te encontrarán sobre el yunque
Con los ojillos cerrados.
Lorca
incrementa la tensión del drama con sutileza rítmica, el diálogo se reduce a
dos versos por personaje:
Huye luna, luna, luna,
Que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
Mi blancor almidonado.
El
niño muere, tiene ya los ojos cerrados; viene el desenlace de la trama y Lorca
pinta, con una metáfora cargada de sinestesia, la escena de un jinete que
galopa en su caballo rumbo a la fragua. Representa el galope del caballo con el
sonido de un tambor, tambor que es el llano o la tierra misma en que cabalga.
El jinete se acercaba
Tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
Tiene los ojos cerrados
Se acerca también el cortejo
fúnebre: los gitanos que vuelven a la fragua a altas horas de la noche:
Por el olivar venían,
Bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
Y los ojos entornados.
En el romance está presente la lírica popular
andaluza y en los versos que siguen podemos identificar claramente su influencia
en la lírica popular nuestra: “cuando el tecolote
canta, el indio muere”.
Cómo canta la zumaya
¡Ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
Con un niño de la mano.
La
escena final del romance ocurre iniciada la mañana con los funerales del niño,
quien se ha ido ya con la luna:
Dentro de la fragua lloran,
Dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
La
Luna, es mujer y heraldo de la muerte a la vez. En el diálogo, el niño teme la
muerte de la luna y la refiere con una metáfora delicada: Harían de tu corazón/ collares y anillos blancos. Muerte: final del
ciclo de la vida, representada con collares y anillos de perlas conseguidos del
corazón inerte de la luna. La muerte de la luna, sin embargo, no ocurre; quizás
por ello Lorca la representa delicadamente. En cambio la luna, refiriéndose a
la muerte del niño, es determinante: Te
encontraran sobre el yunque/ con los ojillos cerrados. Después, un gitano
confirma el deceso: Dentro de la fragua
el niño/ tiene los ojos cerrados.
Muerte y erotismo son los personajes principales
del drama. La muerte representada por la Luna-mujer y el erotismo representado
en la frágil vida del niño.
En el aire conmovido/ mueve la luna sus
brazos. ¿Cómo bailar sin música? Y qué manera de representarla: el aire
conmovido es el viento que juega a crear melodías que incitan el movimiento de
la luna. El viento es un tercer personaje. Es testigo de lo ocurrido en la
fragua y encargado de finalizar el romance: El
aire la vela, vela/ el aire la está velando.
Bronce y sueño, los gitanos. Así describe Lorca a los deudos del
drama. De morena piel, los Gitanos
que son, como dijo Lorca, Espíritu y
juego del duende del ingenio andaluz.
La
muerte, desenlace del drama de la vida, es un elemento importante en el
Romancero Gitano de Lorca.
Por el aire va la luna/ con un niño de la mano.
De
pronto recuerdo la voz de Ana Belén cantando estos versos musicalizados. La
música es casi un arrullo. Arrullo de luna que me hace pensar en la Luna-mujer
del romance como madre del niño. Estoy disertando sobre el erotismo en el
romance y esto me hace pensar en el niño como un hijo más de la estirpe de Layo
y Yocasta. La Luna-Yocasta y el gitano Layo, pero ese tema da para otra
disertación. Esta vez, erotizado por la imagen poética de Lorca, diserto sobre
los antagónicos fundamentales: Lo erótico, como significación de la vida, y la
muerte, a veces trágica, a veces injusta, pero al fin, antagónica de la vida.