El juglar amontillado.

Vino tinto, Caffé express en la bahía, Mezcal para atormentar el espíritu de felicidad, Irreverentes charlas con guitarras de nota infinita, Lunas pariendo lagrimas... Señora, las Diosas no mueren: alimentan la nostalgia por lo futuro.

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Nombre: Eusebius
Ubicación: Sta. Cruz, Huatulco, Oaxaca, Mexico

Músico: Guitarrista y bajista, compositor y arreglista; eso en cuanto a lo profesional. En lo personal soy muy simple, disfruto de una buena tertulia, de un vino o mezcal, de la playa; cosas sencillas.

jueves, febrero 18, 2010

Now´s the time

Incrédulo; el tipo observó durante unos segundos a su amigo con el cuerpo cubierto de basura: latas de cerveza, restos de comida, platos y vasos desechables. Pensó que su amigo bromeaba al pedir que le vaciara la bolsa con desperdicios sobre el cuerpo. Pensó que se haría a un lado al momento de vaciarla. Sintió después un absurdo alivio de no llevar en aquel momento una pistola, absurdo porque en su vida jamás había portado arma alguna, pero uno nunca sabe, y es que lo primero que su amigo pidió fue un tiro en la cabeza.

Su amigo había bebido diluviales cantidades de cerveza y escuchado largas sesiones de jazz durante gran parte de la noche. Mientras caía la tarde vio cuerpos de adolescentes desnudas paseando por la playa. Poco antes de las seis fumó tanta yerba que dieron las once y todo ese tiempo le pareció una galería de instantes colgados sobre el corredor del mar; una imagen atemporal, extraña. En realidad las adolescentes paseaban en trajes de baño y era él quien las desnudaba con la mirada; a veces obsesiva, a veces lasciva, a veces sólo una ligera escaneada y se entregaba al juego de adivinar la suavidad de la piel y, al instante, sentía recorrer por su cuerpo aquella emoción animal de querer entregarse a la cópula salvaje, a la promiscuidad, a una orgía con todas esas adolescentes. Al final, el aguantarse las ganas le dejaba una impotencia y una resaca psicosexual le invadía de inmediato.

El tipo encontró a su amigo deambulando en una calle cercana al muelle. Eran la dos de la madrugada. Su amigo tarareaba desafinado una melodía de Parker. Le siguió por unos segundos. Notó algo raro en él, quizás lo notó sonámbulo y pensó que corría peligro. Cuando le alcanzó, su amigo le dijo: la música es un instante de infinito. Después se puso a hablarle de no sé qué cuento en el que se narra la historia de un jazzista y que éste, en sus mejores improvisaciones paraba abruptamente y se ponía como loco a gritar que esas melodías las estaba tocando mañana. Calló unos momentos y después dijo que así se sentía él al escuchar la música de Parker. Sentía, le dijo, que esas melodías las estaba escuchando mañana y no sólo mañana; tal como le ocurría al personaje del cuento. Entonces, el tipo, sin saberlo, dijo a su amigo que dejara de consumir tanta yerba; tal como le decía otro personaje al jazzista aquel.

Caminaron unos minutos en silencio. Pararon al llegar a la playa y su amigo le dijo: Mira las estrellas, obsérvalas bien; que su luz no te engañe, no existen ya. Igual la música, no es real, no existe; es sólo un instante de infinito, de mañana. Este momento nunca es el mismo, es… Paró abruptamente y el tipo pensó que su amigo gritaría: “Este momento lo estoy viviendo mañana” parafraseando al jazzista del cuento aquel; pero no, su amigo no gritó, sólo pidió que le reventara la sien con un disparo y al darse cuenta de la imposibilidad de ello dijo: Bueno, al menos vacíame esa bolsa de basura en el cuerpo, si este momento no puede ser trágico acaso la comicidad pueda salvarle. Incrédulo; el tipo observó durante unos segundos a su amigo con el cuerpo cubierto de basura y siguió su camino.