Misiva
I
¿Puedo encontrar acaso, entre las ruinas de los días caídos, el silencio abrupto de luces etéreas, estrellas que guían la flota de mis delirios hacia el seguro puerto de tus ojos diminutos, ojos que vistieron sus miradas con las estúpidas prendas de una realidad infame, justo el día en que por fin iban a ser acariciados por la gracia sempiterna de un rocío de sueños, cortesía de mis sinrazones?
Es un sinsentido absoluto el contestar. Cuando aún hoy me embriago con los estridentes ecos que evoca tu presencia en la memoria de mis jornadas, bitácoras de travesías sin arribo que hoy se exhiben como baratija en los bazares del infortunio. Cuando aún hoy el fantasma de tu ausencia galopa triunfante por sendas escabrosas hacia el finito núcleo de mis júbilos, tan sólo para incrementar el aturdimiento de mi inexorable existencia. Pienso además que aún salvando mi ser de esta agonía implacable que padezco a causa de buscarte en la sonrisa, jamás podría identificar el instante preciso de luz que estremece los universos con su silencio desgarrador, sonido terrible este, de devastadores efectos; mas, es quien puede volver mi mirada a la sanguinaria infamia de la que quieres sea testigo. La infamia del mundo y su danza macabra en el entierro de la esperanza del hombre: La libertad.
II
Sobreponerse es ya una difícil empresa, quizá hasta un imposible. Queda, sin embargo, la música que flota en la eternidad del espacio sideral. Melodía perpetua que armoniza el Todo. Acá, en la ínsula de Ángeles condenados a una vida efímera, todavía habitan almas queriendo oírla, asirla por un instante y transcribirla; quizás motivados por el deseo de conocer la eternidad que les negaron desde el principio de las cosas.
Llegará el momento en que el destino final llame a la puerta. Abrirle, posiblemente signifique el final de esta angustia. Abrirle tal vez será iniciar un viaje al porvenir. Quizás en ese instante el estrépito del silencio nos ciegue con el destello de su luz.
Firmo y así lo dejo.
EVC. Poseído por la angustia.
P.D. “… ¿será la luz que viaja tan rápido?”
¿Puedo encontrar acaso, entre las ruinas de los días caídos, el silencio abrupto de luces etéreas, estrellas que guían la flota de mis delirios hacia el seguro puerto de tus ojos diminutos, ojos que vistieron sus miradas con las estúpidas prendas de una realidad infame, justo el día en que por fin iban a ser acariciados por la gracia sempiterna de un rocío de sueños, cortesía de mis sinrazones?
Es un sinsentido absoluto el contestar. Cuando aún hoy me embriago con los estridentes ecos que evoca tu presencia en la memoria de mis jornadas, bitácoras de travesías sin arribo que hoy se exhiben como baratija en los bazares del infortunio. Cuando aún hoy el fantasma de tu ausencia galopa triunfante por sendas escabrosas hacia el finito núcleo de mis júbilos, tan sólo para incrementar el aturdimiento de mi inexorable existencia. Pienso además que aún salvando mi ser de esta agonía implacable que padezco a causa de buscarte en la sonrisa, jamás podría identificar el instante preciso de luz que estremece los universos con su silencio desgarrador, sonido terrible este, de devastadores efectos; mas, es quien puede volver mi mirada a la sanguinaria infamia de la que quieres sea testigo. La infamia del mundo y su danza macabra en el entierro de la esperanza del hombre: La libertad.
II
Sobreponerse es ya una difícil empresa, quizá hasta un imposible. Queda, sin embargo, la música que flota en la eternidad del espacio sideral. Melodía perpetua que armoniza el Todo. Acá, en la ínsula de Ángeles condenados a una vida efímera, todavía habitan almas queriendo oírla, asirla por un instante y transcribirla; quizás motivados por el deseo de conocer la eternidad que les negaron desde el principio de las cosas.
Llegará el momento en que el destino final llame a la puerta. Abrirle, posiblemente signifique el final de esta angustia. Abrirle tal vez será iniciar un viaje al porvenir. Quizás en ese instante el estrépito del silencio nos ciegue con el destello de su luz.
Firmo y así lo dejo.
EVC. Poseído por la angustia.
P.D. “… ¿será la luz que viaja tan rápido?”
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